sábado, 5 de junio de 2010

Digamos que te hablo para que mi carta llene una hora hueca, un intervalo de cafe, que alzaras la vista entre frase y grase para mirar como pasa la gente, para apreciar esas pantorrillas que una falda roja y uns botas de blando cuero delimitan impecablemente. ¿Donde estas, Lamia, en que playa, en que cama, en que lobby de hotel te alcanzara esta carta que entregare a un empleado indiferente para q le ponga los sellos y me indique el precio del franqueo sin mirarme, sin mas q repetir los gestos de la rutina? Todod es impreciso, posible e improbable; que la leas, que no te llegue, que te llegue y no la leas, entregada a juegos mas ceñidos; o que la leas entre dos tragos de vino, entre dos respuestas a esas preguntas que siempre te haran las q viven la indecible fortuna de compartirte en una mesa o en una reunion de amigos; sí, un azar de instantes o de humores, el sobre q asoma en tu bolso y q decides abrir porq te aburres, o q hundes entre un peine y una lima de uñas, entre monedas sueltas y pedazos de papel con direccion o mensajes..

[..]
CortázAr.

No hay comentarios:

Publicar un comentario